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La prueba del Mitsubishi Colt 1.0 Turbo es un ejercicio en el que no se puede negar la estrecha relación con el Renault Clio. Nuestro objetivo es llevar a los lectores al volante de este nuevo modelo.
Después del Mitsubishi ASX, que se basa en el Renault Captur, el nuevo Mitsubishi Colt hereda su base del Renault Clio, y es el segundo producto nacido de la idea de etiquetar modelos Renault conocidos para Mitsubishi en Europa.
En cuanto al diseño, excepto por la parrilla delantera y la insignia en la parte trasera, no hay cambios significativos en comparación con el donante de tecnología. Los japoneses no se han tomado muy en serio las «diferenciaciones que reflejan el ADN de la marca Mitsubishi» desde el punto de vista exterior.
Sin embargo, en el interior, la postura es buena, las distancias desde el asiento del conductor hasta los pedales y el volante son correctas, y la longitud de los apoyos para las piernas es adecuada. En la parte trasera, el espacio es típico para un automóvil pequeño, pero quien se queje aún tiene la opción del ASX más grande.
Destaca el sistema de infoentretenimiento, con una pantalla central de 9 pulgadas con buena resolución y representación en color. El sistema se inicia rápidamente y se conecta de forma inalámbrica a través de Apple CarPlay con el teléfono inteligente en unos 10 segundos.
La palanca de cambios de seis velocidades, ligeramente más alta, está cerca del conductor. Estos pequeños detalles pueden tener un gran valor en el día a día.
El volumen de maletero es decente, con 391 a 1.069 litros, y el respaldo del asiento trasero se pliega en proporción 40:60.
En cuanto al motor, el 1.0 Turbo de 91 CV y 160 Nm de par no es impresionante, pero en el Colt, que pesa 1.145 kilogramos, se siente adecuadamente motorizado y no demasiado estresado gracias a su relajada sexta marcha para autopistas (3.000 revoluciones a 130 km/h).
La dirección responde de manera ligera, más bien insensible, mientras que los valores de frenado son sólidos, que se mantienen en alrededor de 35 metros desde los 100 km/h.
Sin embargo, el consumo de 6,5 litros por 100 kilómetros es mediocre, especialmente considerando el poco peso y la poca potencia. Si eso molesta, se puede adquirir el Colt como híbrido completo por un precio de unos 5.000 euros más.
En resumen, convertir al pequeño Colt en un vehículo cargado de lujo no tiene mucho sentido desde nuestro punto de vista. Si se equipa el Colt generosamente como el coche de prueba, su ventaja de precio se desvanece rápidamente.
Nuestra unidad, en su versión más alta con elementos como advertencia de punto ciego, espejo interior con atenuación automática y cámaras de 360 grados, sobrepasa ya demasiado holgadamente los 20.000 euros.
¿Por qué comprar?
Aunque desconfiamos de su origen, el Mitsubishi Colt es un coche bien construido y sobre todo económico. La elección entre este modelo y el Clio, ya es una cuestión de gustos personales y preferencias de marca.
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